Creo que todos hemos sentido algo parecido al vértigo cuando nos enfrentamos por primera vez a la máquina, recién desembalada y montada, leídas más o menos las instrucciones y con varios intentos de abrirla y cerrarla en nuestro haber (en esto la Mycook no perdona ninguna libertad y no deja hacerlo con la jarra bloqueada), cuando llega el momento de hacer “algo”.
Hay que llegar a comprender quién es nuestra “enemiga” para convertirla en nuestra aliada. Pues bien, allí sólo tenemos un pucherito ...
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